- SUMARIO:
- REVISTA DE EXPERIENCIAS CLÍNICAS Y NEUROCIENCIAS
- Esquizofrenia después de los 40 y su relación con los estrógenos: una revisión
Gabriel Felipe Peña Salas, Silvia L. Gaviria Leer Resumen
- Estudio sobre el consumo de drogas en estudiantes de la provincia de Valencia, España
Araceli Ferri López, María Isabel Martínez-Martínez, José Martínez-Raga, María Pilar López Seguí, Javier Didia Attas Leer Resumen
- Dossier: “DOLOR”
Coordinadores: Martín Nemirovsky - Daniel Vigo Leer
- Dolor perdurable I. Nosología y epidemiología
Daniel V. Vigo, Valerio Selle, Ross Baldessarini Leer Resumen
- Dolor perdurable II. Tratamiento
Ross Baldessarini, Valerio Selle, Daniel V. Vigo Leer Resumen
- Automutilación en Trastorno Borderline de Personalidad. ¿El dolor como auto tratamiento?
Gustavo Lipovetzky Leer Resumen
- ¿Qué nos dice el lenguaje acerca del dolor?
Ivonne Bordelois Leer Resumen
- Dolor: una aproximación a su comprensión y abordaje
Graciela Jacob Leer Resumen
- Condiciones, controversias y contradicciones entre el síndrome sensitivo central y la depresión
Tomás Maresca, Elvira Covini, Andrea Márquez López Mato Leer Resumen
- EL RESCATE Y LA MEMORIA
- Pensar la histeria en Buenos Aires hacia 1900: Aproximaciones a “la risa histérica” en Histeria y sugestión, de José Ingenieros
Norberto Aldo Conti
- La risa histérica
José Ingenieros
- LECTURAS Y SEÑALES
- El camino total. Técnicas no ingenuas de autoayuda para gente en crisis en tiempos de cambio
Daniel Matusevich
- EDITORIAL
Según los resultados del Censo 2010, el total de la población de nuestro país es de 40.117.096 personas (20.593.330 mujeres y 19.523.766 varones). En comparación con el censo anterior (2001), se observa una variación intercensal del 10,6%, lo que representa un incremento de 3.856.966 habitantes.
Un dato de particular relevancia en relación a la estructura poblacional de nuestro país es el incremento de la proporción de adultos mayores (65 años y más) a lo largo de los años. Con un amplio predominio de las mujeres por sobre los varones, diferencia que se acentúa a partir de los 75 años de edad. Estos datos son congruentes con los que señala la Organización Mundial de la Salud (OMS), según los cuales la proporción de personas mayores está aumentando rápidamente en todo el mundo: se prevé que en el año 2100 la cantidad de personas de 60 años de edad o mayores aumente más de tres veces, fenómeno que parece perfilarse también en nuestro país, según lo muestra su actual pirámide poblacional. La salud mental y el bienestar emocional tienen la misma importancia en la edad mayor que en cualquier otro periodo de la vida.
Las personas mayores realizan aportaciones valiosas a la sociedad como miembros activos de la familia, la sociedad y la fuerza de trabajo. La mayoría de ellas gozan de buena salud mental, pero aproximadamente un 15% de los adultos de 60 años o más sufren algún trastorno mental. Entre ellos la demencia conlleva importantes problemas sociales y económicos por los costos de asistencia médica, social e informal que impone a los enfermos y sus familias. Tanto las personas aquejadas de demencia como quienes las asisten necesitan apoyo sanitario, social, económico y legal. Por su lado, los trastornos de ansiedad afectan al 3,8% de la población de edad mayor, y los problemas por abuso de sustancias psicotrópicas casi al 1%; asimismo, aproximadamente una cuarta parte de las muertes por daños autoinfligidos corresponden a personas de 60 o más años de edad. La depresión afecta a un 7% de la población de ancianos. En la atención primaria de la salud la depresión no se diagnostica ni se trata como debiera porque es frecuente que en los adultos mayores sus síntomas se pasen por alto y no se traten porque coinciden con otros problemas de esa etapa de la vida.
Es imprescindible que los prestadores de asistencia sanitaria y la sociedad en su conjunto presten atención a las necesidades especiales de los grupos de población de edad mayor mediante diversas medidas: capacitación de los profesionales sanitarios en la atención de los ancianos; prevención y atención de las enfermedades crónicas que acompañan a la vejez, como los problemas mentales, neurológicos y por abuso de sustancias psicotrópicas; elaboración de políticas sostenibles sobre la asistencia a largo plazo y los cuidados paliativos; creación de servicios y entornos que favorezcan a las personas de edad. La promoción de la salud mental depende en gran medida de estrategias conducentes a que los ancianos cuenten con los recursos necesarios para satisfacer sus necesidades básicas, tales como: actividades creativas, protección y libertad; viviendas apropiadas; apoyo social a las personas mayores y a quienes cuidan de ellas; programas sanitarios de prevención del suicidio, y sociales dirigidos, específicamente, a grupos vulnerables como las personas que viven solas, las que habitan en el medio rural o las aquejadas de enfermedades mentales o somáticas, ya sea que permanezcan con sus familias o estén institucionalizadas, y programas de prevención de la violencia o maltrato en contra de los adultos mayores. En anteriores oportunidades hemos insistido en la urgente necesidad de atender este aspecto de la realidad sanitaria de nuestra población, recordando que una sociedad se califica, en gran medida, por cómo trata a sus viejos, condición que nos espera a todos y que condensa el pasado de nuestra vida actual.
Daniel Matusevich - Juan Carlos Stagnaro
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